Probablemente, nos encontremos frente a la crisis más plagada de oportunidades que hayamos visto jamás. Especialmente en cuanto a diseño de nuevos productos se refiere. Aprovecharlas es un reto que requiere conocimiento, inversión y gestión del talento. Y experimentar con tendencias al alza, como las que describo en este artículo.
La crisis del Coronavirus ha acelerado una cadena de cambios iniciados tiempo atrás y ha incorporado nuevas variables a la ecuación. Dejamos atrás una experiencia muy intensa, que nos ha hecho madurar como personas y como consumidores. La gente es ahora más consciente que nunca del poder transformador de las empresas y está cada vez más dispuesta a replantearse sus hábitos de consumo para cambiar las cosas. Las predicciones afirman que el nuevo ciudadano será más exigente y reflexivo en sus hábitos de consumo. Cada empresa necesitará encontrar su propia manera de interconectar tres aspectos clave que ya se han vuelto prioritarios: Diseño social, desmaterialización y nuevos hábitos.
Diseño social.
“El diseño social tiene que ver más con diseñar relaciones que con diseñar cosas”
Cheryl Heller
Jürgen Klaric resume en su blog como ha sido la evolución reciente de las empresas hasta la llegada del Coronavirus. La oferta estaba pasando de la segmentación enfocada en micronichos (productos especiales para clientes especiales) a poner el foco en la experiencia que vivía el usuario mientras el producto solucionaba su problema. Hasta que apareció el Covid y las prioridades cambiaron: En cuestión de días, vivimos el despertar de una nueva conciencia, menos individualista. Promover las relaciones sociales y aportar valor al grupo son ahora las nuevas prioridades de la gente. La idea de pertenencia a una comunidad a la que hay que ayudar emerge con fuerza y lo “local” se reactiva en detrimento de lo “global”. Según una encuesta realizada por la consultoría madrileña (gap), el 78% de las personas ve un futuro más consciente y solidario, mientras que solo el 22% restante cree que nada ha cambiado.
Algunas marcas han reaccionado rápidamente, poniendo a prueba las primeras iniciativas que las identifican con la nueva manera de ver las cosas. Fabricación de material sanitario, nuevas políticas internas para proteger a sus trabajadores, conferencias, charlas y acceso a productos gratis… Las estrategias en las que estábamos trabajando antes de esta crisis, han quedado obsoletas. La gente quiere que las marcas ayuden a salvar la situación en lugar de intentar venderles sus productos. Por supuesto, una empresa no puede basar su modelo de negocio en el altruismo. Cada cual deberá encontrar su propia fórmula para ser rentable actuando en favor de un propósito constructivo, en lugar de actuar en base a obtener beneficios. Ahora son los clientes los que deciden cuando quieren comprar. Y antes quieren estar seguros de que dan su dinero a una marca que se lo merece.
Desmaterialización del diseño.
Cualquier problema que tenga una solución digital, no se va a resolver con una solución material equivalente. Y esto incluye muchas más soluciones de las que parece a primera vista. Además, las tecnologías emergentes que pueden dar soporte a esta visión, son las que evolucionan más rápidamente. El camino hacia la desmaterialización de los bienes de consumo es una tendencia imparable, ya que es beneficiosa para las empresas y para la gente y necesaria para el medioambiente.
Te presento a los agentes que impulsan al fenómeno de la materialización:
- La brevedad con la que los productos alcanzan la obsolescencia, ha desarrollado una creciente sensación de desapego en nuestra relación con la mayoría de éstos. El consumidor está empachado de ofertas de fácil acceso y ya no profundiza en ninguna. Ya no está interesado en poseer objetos, si no en lo que los objetos le proporcionan. Las personas han dejado de ver las posesiones materiales como una fuente de seguridad y estatus.
- Otro de los motivos que impulsan la desmaterialización tiene que ver con la ética y la conciencia ecológica. Vivimos en una contradicción pendiente de resolver: Por un lado, la necesidad de consumir. Por el otro, el sentimiento de culpa por participar en un circuito que está provocando desastres medioambientales e injusticias sociales en gran parte del planeta. El consumidor espera de una solución por parte de las empresas.
- El creciente potencial de las tecnologías digitales es otro de los factores mas importantes. Sirve tanto para potenciar las características del propio producto como su fabricación, y ya ha superado en relevancia a los recursos mecánicos. El consumidor se está habituando a hacer cada vez más cosas con menos productos. La carga material de los objetos disminuye al ritmo que crecen las prestaciones. En nuestros próximos proyectos, los diseñadores vamos a profundizar más que nunca en explorar distintas maneras de agregar valor sin agregar material. Los bits ganan peso en detrimento de los átomos.
- Por último, no podemos pasar por alto las nuevas tendencias en cuanto a estilo de vida: Los espacios domésticos empequeñecen, la cantidad de actividades en las que ocupamos nuestro tiempo aumenta y los cambios constantes en nuestras vidas hacen que nos sintamos mejor yendo “ligeros de equipaje”. La gente va a preferir un estilo de vida con menos cargas económicas, materiales y mentales.
Las estrategias de digitalización y desmaterialización se están incorporando en los planes de cada vez más compañías (Casi siempre con otros nombres). Los costes se reducen y el precio viene dado, más que nunca, por el valor que aporta el producto y no por lo que cuesta fabricarlo.
Los productos industriales van a seguir la tendencia de los productos digitales y muchos podrán actualizarse con frecuencia, mejorando continuamente en lugar de quedar obsoletos.
Diseño enfocado en los nuevos hábitos.
Como es lógico, los nuevos hábitos de vida generarán nuevas demandas. De ahora en adelante, la etapa de investigación va a ganar cada mucho peso en los procesos de diseño. Se abren nuevas ventanas de oportunidad para todos los sectores, aún pendientes de detectar. Transporte público, retail, hostelería, espacios compartidos, juegos, deportes, ascensores, oficinas, mobiliario urbano y contract, sistemas de limpieza, automatizaciones, sistemas touchless…
Algunas marcas que pertenecen a ámbitos de actividad en los que los nuevos hábitos tienen menos impacto, pero que han sabido cuidar de una legión de seguidores fieles, están poniendo en práctica estrategias de prosuming para establecer sinergias con compañías pertenecientes a sectores distintos al suyo.
Ante la aculturación de ofertas, el público buscará marcas en las que confiar y establecerá relaciones a largo plazo con muchas de ellas. Los nuevos productos y las experiencias de uso se desarrollarán para aportar continuidad a la relación con el usuario, más que para lograr una venta puntual.
Conclusiones
Quien se quede esperando a que pase esta situación y vuelva la estabilidad para plantearte sus próximos proyectos, va a perder un tiempo precioso antes de descubrir que el estado de incertidumbre va a ser el nuevo statu quo. Tenemos mucho trabajo por delante si queremos formar parte de este cambio. En los próximos tiempos, veremos nacer grandes ideas que cambiarán la relación entre las personas y los objetos para siempre.
Espero que estas líneas te animen a reforzar tus estrategias de innovación y apostar por un equipo con talento. Si quieres seguir informándote, te recomiendo estos dos artículos:
Ya sabes que puedes contactar conmigo para dar impulso a tus proyectos de innovación y diseño. Estaré encantado de atender cualquier propuesta que me mandes a través del formulario de contacto.
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