No se explica en las revistas de diseño, pero ocurre frecuentemente: Muchos encargos de diseño se interrumpen al ver que los resultados no evolucionan según lo esperado. Otros se terminan, pero acaban almacenados en un cajón del que ya no salen jamás. Experiencias frustrantes, causadas por diferencias entre diseñadores y clientes que no se han logrado superar. Lo que en un principio era una colaboración por lograr un objetivo común, se desvirtúa hasta convertirse en un desacuerdo insalvable.
Situaciones que se podrían haber evitado siguiendo las pautas adecuadas. Con estos 3 consejos, verás como el diseño puede convertirse en una experiencia compartida, enriquecedora y fluida, en la que siempre vas a aprender cosas nuevas y a obtener buenos resultados:
1. Elige a un diseñador que encaje con tu compañía.
Trabajas para una marca, con unos valores determinados que la hacen diferente de las demás. Un estudio de diseño también es una marca, y también tiene sus propios valores. Para que un proceso de colaboración cliente-diseñador funcione, es necesario que los valores de uno y otro entren en sintonía. Si no hay sintonía, todo lo demás no importa.
Tomate tu tiempo antes de decidirte por un diseñador. Visita su portfolio. Lee su blog. Reúnete personalmente tantas veces como haga falta. Habla con alguno de sus anteriores clientes. Expón tus preocupaciones abiertamente y asegúrate de que las respuestas te parezcan satisfactorias. Cread una relación… Si no existe una buena conexión entre las dos partes, va a a ser muy difícil que el proyecto dé de sí todo lo que podría. En cuanto al presupuesto, haz tus números para comprobar si la inversión vale la pena. La inversión en diseño debería representar una pequeña parte de la inversión total prevista, o de los beneficios, en el caso de los honorario por royalty*.
* En grandes proyectos de ingeniería, por ejemplo, la partida destinada a diseño parte de un 1% o un 1,5% del total. Los royalties suelen oscilar entre un 3% y un 5%, en función de si se acuerda o no un pago inicial y del resto de condiciones del contrato. Estos son solo datos orientativos. Cada diseñador tiene su propio caché, que depende de muchos factores. No existe una tarifa estándar (de hecho, estaría prohibida en España, por ser un delito contra la libre competencia)
2. Antes de empezar, define tus objetivos.
Antes de empezar un nuevo proyecto necesitas, como mínimo, un contrato y un briefing debidamente realizados y firmados por las dos partes. Hay que poner por escrito lo que incluye el encargo y lo que no. Y revisar el documento sin prisas ni atropellos. Personalmente, prefiero adjuntar algo más de información. Y toda en un único documento. Lo llamo Plan de Acción y describe todo lo que está previsto que ocurra durante el proyecto.
El briefing es un documento que delimita los parámetros de actuación que el diseñador debe respetar durante el proyecto. He visto briefings de todo tipo. De una frase y de más de cien paginas. En cuanto se trata de definir objetivos, mi consejo es siempre el mismo: ser lo más concreto posible. No es lo mismo solicitar un precio de fabricación “aceptable” que un precio de fabricación “no superior a 100€ sin contar el embalaje”. Lógicamente, no todo se puede concretar con tanta facilidad. A veces, tenemos que definir aspectos más subjetivos, como el dinamismo, la sencillez, el lujo… En ese caso, procura ser muy concreto con los adjetivos y ayúdate con ejemplos y analogías en forma de imagen, como explico a continuación:
Cuando las palabras no son suficientes, la documentación se puede complementar con imágenes. Al inicio de cada nuevo proyecto, los diseñadores utilizamos composiciones visuales para orientar el proceso creativo antes de plantear las primeras ideas. Entre las más comunes, están:
Moodboards: Tableros con una selección de imágenes y muestras, que transmiten el loock & feel que queremos que destile el producto. Utilizo este recurso en todos mis proyectos. Son muy efectivos para exponer aspectos sensitivos, difíciles de definir con palabras. Suelen estimular la participación del cliente y el intercambio de información productiva.
Mapas de posicionamiento: Para ordenar cada producto de la competencia en la zona del mapa que le corresponde, en función de sus características. El propósito es detectar posibles espacios vacíos hacia los que orientar nuestra propuesta.
User Scenario: Es una composición gráfica que recoge, de un solo vistazo, todas las funciones que va a cumplir el producto. Yo lo utilizo, por ejemplo, para analizar las acciones y los recorridos de los pasajeros en un vagón cafetería. También lo he puesto en práctica para exponer las distintas funciones que debía cumplir una mochila o un pakaging para dosificar leche el polvo.
Estas técnicas (y muchas otras) se aplican al inicio del proyecto, antes de empezar la fase creativa. Sirven tanto para detectar oportunidades como para avanzar en la concreción de las características que se esperan de la idea final. Como ves, las características del producto se acuerdan antes de empezar. Aún que a menudo, algunos detalles se reconsideran a lo largo del proceso. Dejar claros los objetivos es la primera medida para evitar situaciones desagradables como las que describía en la introducción.
3. Implícate en el proyecto.
Algunos clientes, van con la idea de encargar un proyecto y olvidarse hasta que llegue el día de la presentación. No lo recomiendo en absoluto. En primer lugar, para evitar sorpresas al final del proceso. Y en segundo lugar, porque el papel del cliente es tan necesario como el del propio diseñador. Piénsalo; independientemente de lo bueno que sea el diseñador, nadie sabe más sobre la empresa que las personas que trabajan en ella a diario. Por eso es imprescindible que se impliquen en el proyecto. Jamás me cansaré de insistir en este punto, porque para mi es una de las claves de un proyecto ganador. La materia prima de un buen diseño, es la suma entre los conocimientos de la empresa y los conocimientos del diseñador. Hay que potenciar el intercambio. A veces, un pequeño comentario, una experiencia compartida o la aparición de un contacto estratégico pueden encender la chispa que lo cambie todo.
Cuando el cliente entra a formar parte del proyecto, vive su evolución en primera persona. El personal técnico, los responsables de ventas o el área de marketing participan en la evolución de los trabajos y se pueden detectar los puntos débiles del diseño que se está desarrollando casi en tiempo real, permitiendo aportar nuevas soluciones a medida que éstos aparecen. Ya no hay sorpresas de última hora. El resultado es potencialmente óptimo.
En este post he compartido una parte importante de mis conocimientos, para ayudarte en la relación de tu empresa con el diseño. Recuerda: solo si trabajamos juntos y somos capaces de compartir lo que sabemos, alcanzaremos todo el potencial que el diseño es capaz de ofrecernos.
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